Ya desde la Edad Media el peregrino se ayudaba y se apoyaba con el uso del bordón. Supone un tercer punto de apoyo y por tanto mejora el equilibrio en las bajadas, subidas, y en los vados de riachuelos; además, descarga algo el trabajo de los músculos y articulaciones de las piernas. También sirve para marcar el ritmo del paso, cuestión nada menor en un camino de más de 700 kilómetros. Hay algunas etapas con bajadas muy empinadas, llenas de piedras, grava, barro…donde es muy recomendable su uso.
El bordón típico del Camino de Santiago suele ser de una pieza única, fabricados de madera de avellano o de castaño con su punta rematada en hierro. Es más alto que el peregrino en 20 o 40 centímetros, y se sujeta a mayor altura que el bastón de senderismo. Se lo puede hacer uno mismo, quien tenga la paciencia y la gracia para encontrar y tallar el tronco adecuado, o lo puede comprar muy fácilmente en el Camino Francés, donde lo venden en multitud de sitios.
Los bastones, cada vez más utilizados en el Camino de Santiago, tienen la ventaja de que son extensibles, de manera que los puedes adaptar a tu altura y, por otra parte, los puedes plegar y guardar más cómodamente enganchado a tu mochila. También es mucho más cómodo su transporte en tren o avión, pues plegado cabe en la mochila. Hay peregrinos que van mucho más rápido y a mejor ritmo con dos bastones, de hecho, es lo más efectivo y equilibrado para el cuerpo.
Podrás encontrarlos en tiendas especializadas en el Camino de Santiago o en deportes de montaña, senderismo o trekking. Deben extenderse a la altura tal que el codo forme un ángulo de 90 grados. Hay que pasar la mano bajo la correa y volear la mano para que la correa quede bien sujeta, sin pliegues y ajustada a la piel (así también apoyamos el peso sobre la muñeca y no solo sobre la mano). Están hechos de acero inoxidable, aluminio o fibra de carbono. Estos últimos son algo más ligeros, pero mucho más caros; en principio, los 30 o 40 gramos de ahorro no compensan la diferencia de precio. Las empuñaduras pueden ser de plástico, de gomaespuma (más blandos) o de corcho (mejora la transpiración), a gusto del usuario. Las puntas suelen ser de carburo de tungsteno, material muy resistente, y es aconsejable colocarles una contera (obligatorio en muchas rutas organizadas de montaña), pieza de caucho o goma blanda; evita la erosión del terreno (y dañar el suelo de los albergues), amortigua el golpe en terrenos duros y, lo más importante, elimina el riesgo de clavarle la punta a alguien accidentalmente. En algunos modelos sólo se venden los dos bastones juntos, no uno suelto. Pueden extenderse en dos o tres segmentos, y recomendamos que sea en tres. En los de baja calidad suele estropearse fácilmente el mecanismo de extensión y bloqueo; como ocurre con tantos otros productos sale más barato gastarse unos pocos euros más en uno mejor.
Hay personas a las que les molesta por el hecho de tener que “cargar con él en la mano”. Pero es un apoyo extra que te facilitará las etapas, sobre todo las etapas de cuestas y bajadas. Como te decimos, no todas las personas lo usan. Muchas lo ven imprescindible y otras verdaderamente incómodo. Lo mejor, es que lo compres y lo uses solo cuando lo consideres necesario, para que no te cause molestia.