El sepulcro del apóstol Santiago el Mayor

Tras la decapitación del apóstol y un milagroso los discípulos  llegan a Iria Flavia con  el cuerpo de Santiago .  Lo reposan en una roca
que milagrosamente se hunde poco a poco bajo del apóstol y luego se encierra sobre él formando así un sarcófago de piedra que resulta ser mármol.

Se encuentran en el fin del mundo, donde nadie tiene conocimiento si hay más allá.
Es un territorio de súbditos romanos, hostiles con los cristianos y pertenece a la reina Lupa.
Atanasio y Teodoro le piden ayuda para dar descanso final a su maestro, pero ella decide engañarlos.

Les da un carro para trasladar el féretro  tirados por dos toros bravos con la mala intención de deleitarse con un espectáculo divertido, imaginando los pobres seguidores de Jesús lidiando con aquellos animales.

Pero su plan se ve fastidiado, ya que Dios obra otro milagro y los toros bravos se vuelven mansos y tiran el carro sin dificultad alguna.

Hasta llegando  al monte Libredón, donde se quedan inmovilizados. Ya se entiende. Ni para adelante, ni para atrás.
Consideran esto como señal divino, los discípulos  dan sepultura allí mismo a Santiago el Mayor construyendo alrededor un pequeño santuario.
Tras morir ellos también descansan allí y apartir de ahí llega el olvido.

Así lo cuenta  el capítulo III del Codex Calixtinus:

 ”Santiago el Mayor, tras la muerte y resurrección de Jesús, predicó en Hispania donde hizo discípulos. Vuelto a Jerusalén es martirizado (decapitado) por Herodes Agripa. Sus discípulos (en concreto Atanasio y Teodoro) roban el cuerpo mártir del apóstol, lo embarcan en Joppe (Haifa) y en 7 días es conducida la barca hasta Iria Flavia. Allí, estos dos discípulos, custodios del cuerpo del apóstol, hablan con dos jefes locales: la jefa Lupa y un rey. Ambos quieren engañar a los discípulos de Santiago. Pero la mano de Dios les protege. Al final, unos toros bravos donados por la jefa Lupa, con mala intención, se amansan y llevan el arca con los restos del apóstol hasta un lugar donde los astados se detienen. Los discípulos, Atanasio y Teodoro, entienden que es voluntad de Dios que reposen allí los restos de Santiago el Mayor y construyen una pequeña Iglesia para albergar su sepulcro. Ellos, tras morir, descansarán también allí.„

El hallazgo de la tumba.